El éxito depende, en gran medida de
que nos adaptemos a los escenarios siempre variables y cambiantes de
la vida con un espíritu de armonía y serenidad.
"Si no puedes ser pino en la colina, sé arbusto sobre el valle, más sé el mejor arbusto junto al río... Sé rama si no puedes ser árbol. Si no puedes ser rama, sé césped y alegra algún camino; si quieres ser almizclero y no puedes, sé tilo, más el tilo más bello junto al lago. No podemos ser todos capitanes; algunos han de ser tripulantes. Hay algo para todos en el mundo, hay obras grandes y obras más humildes por hacer. Mas es la próxima tarea la que debemos emprender. Si no puedes ser carretera, sé una senda; si no puedes ser sol, sé una estrella. No es el tamaño como tendrás éxito o tu fracaso; más ¡sé el mejor de lo que seas!" DOUGLAS MALLOCH: Nació en Muskegón Michigán EE.UU el 5 de mayo de 1.877 - 2 de julio de 1.938, se conocía como el poeta de madereros creció en medios de explotación forestal, aserraderos y almacenes de maderas. Naturalmente llegó a amar los bosques y comenzó a escribir sobre ellos, a los diez años escribió su prim
El parentesco es el vínculo existente entre personas que pertenecen a la misma familia y conviene conocer su significado desde el punto de vista jurídico, puesto que el grado de parentesco resulta determinante a la hora de heredar, cobrar prestaciones sociales, indemnizaciones por accidente, etc. El parentesco de una persona respecto de otra se determina por el número de generaciones que las separan. Cada generación es un grado y la sucesión de grados forma la “línea de sucesión” . La línea de sucesión puede ser recta o directa , formada por personas que ascienden o descienden unas de otras (abuelos, padres, hijos, nietos), o colateral , formada por personas que proceden de un mismo tronco común (hermanos, tíos, sobrinos). La línea puede ser también descendiente , liga a una persona con aquellas que descienden de él (abuelos, padres, hijos, nietos) o ascendente , liga a una persona con aquellos de los que desciende (nietos, padres, abuelos). El cómputo de los
Había una vez, en un lejano pueblo de la India, un alfarero que tenía como vecino a un lavandero. Este último era muy buen trabajador, siempre estaba alegre y tenía una clientela numerosa que pagaba generosamente su tarea de blanquear las telas con que los habitantes confeccionaban sus vestidos. El alfarero, menos favorecido por la fortuna, envidiaba a su vecino en lo más profundo de su corazón, como si su prosperidad, adquirida tras largos años de trabajo, pudiera perjudicarlo. Hasta tal punto llegó su envidia, que evitaba saludarlo cada vez que lo encontraba por la calle y no perdía oportunidad de hablar mal de él, los domingos, en el mercado del pueblo. Mientras tanto, el lavandero seguía trabajando activamente y era amable con todos, sin hacer caso del mal humor y de las críticas del alfarero. Finalmente, llegó un día en que el envidioso no pudo más y decidió jugarle una mala pasada. Se presentó ante el rey, que era un buen hombre, aunque poco inteligente y le dijo: — El
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